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Ambos equipos venían de conseguir contundentes victorias en la primera fase y llegaban con al choque con la sensación de encontrarse ante el primer test verdaderamente serio en la competición. Llegados a los octavos de final ya sólo vale emplearse al máximo para seguir con vida y todos los presentes en el pabellón lo sabían. Se respiraba ilusión en la afición local, muy volcada con su equipo y con esperanzas de hacer algo grande.
Aunque los pronósticos daban como favorito a Corazonistas, en los primeros minutos las chicas de Santa María golpearon primero demostrando que aspiraban a todo. Sintiéndose más cómodas en su cubil, las Tigresas corrían sin descanso y sus zarpazos en la presión hacían mucho daño. Su mayor empuje les llevaba a atacar el aro una y otra vez, mientras que Corazonistas sólo podía tirar de fuera sin mucha fortuna.
Bajo los aros reinaba una imparable Isabel Álvarez, cuyas acciones al poste bajo levantaba a los aficionados locales. Con este panorama, el banquillo visitante se vio obligado a pedir su primer tiempo muerto y realizar algunos cambios para intentar encarrilar un encuentro al que parecían haber llegado un poco tarde.
La defensa individual en toda la cancha se convirtió entonces en el arma blandida por ambos equipos, convirtiendo el partido en un acelerado ir y venir en el que, más que atacar, todas las jugadoras parecían huir hacia delante. Poco a poco empezó a aparecer la clase de Corazonistas y su presión resultaba más efectiva, pero antes de que pudieran alcanzar a sus rivales en el marcador, el entrenador local solicitó un tiempo muerto para atajar la reacción. Al descanso se llegaba con sólo cuatro puntos de ventaja para Santa María y la sensación de que Corazonistas podían despertar en cualquier momento.
Y vaya si lo hicieron. La salida en tromba de las chicas de rojo hizo que empataran el partido, y sólo los fallos en los tiros libres les impidieron tomar más ventaja. La tensión en la cancha subió a gran velocidad, los árbitros dejaban jugar y el bombo de la afición pilarista atronaba para intentar resucitar a su equipo. La reacción llegó en forma de un oportunísimo triple de María Ruiz, que mandaba el mensaje de que no sería nada fácil quitarles el liderazgo en el marcador. En mitad de este caldeado ambiente, el entrenador de Corazonistas fue sancionado con una técnica porque entendía que los árbitros estaban siendo demasiado permisivos, pero las propias jugadoras del banquillo se encargaban de mantener alta la moral de sus compañeras, despertando así la discreta representación visitante en la grada, cuya bocina empezó a hacerse notar.
Ya era un hecho demostrado que Corazonistas había subido una marcha, y comenzaron a atacar el aro con más decisión, logrando acudir con frecuencia a la línea de tiros libres. Sin embargo, no conseguían despegarse gracias a la insuperable muralla de Isabel Álvarez, que regaló a la grada un tremendo recital de tapones y rebotes (acabaría el partido con veinte rechaces en su haber). Sólo quedaban diez minutos por jugarse y el partido estaba en un puño, igual que el corazón de muchos aficionados. La sensación era que Corazonistas iba en línea ascendente mientras que las Tigresas comenzaban a acusar el esfuerzo realizado.
En una situación tan delicada y con poco margen de error, era el momento de dar un paso adelante para ir a por el partido, era el momento de tomar soluciones drásticas. Era un trabajo para “La Mafia Siciliana”…Elena Sicilia supo asumir la responsabilidad y estar a la altura de lo que sus compañeras esperaban de ella, demostrando ser la auténtica ”caporessa cannoniere” del partido. Sus canastas consiguieron abrir brecha en el marcador y a la postre la convertirían en la máxima anotadora del partido. La ventaja para las visitantes oscilaba entre los cuatro y los seis puntos, pero las chicas de Santa María parecían llegar muy justas de fuerzas para conseguir la proeza, y tenían dificultades para conseguir buenas posiciones de tiro. Por supuesto no se rindieron, y su entrenador solicitó un tiempo muerto con objeto de preparar una última ofensiva en los minutos finales, tarea para la que la afición también estaba más que dispuesta. Se vivieron entonces un par de minutos de locura, las Tigresas anotaban rápido pero sus rivales siempre tenían respuesta, y este intercambio de canastas propició los momentos más espectaculares del encuentro.
Sin embargo, la ventaja de Corazonistas permanecía inmutable, y su cabeza fría para controlar el partido provocó que los minutos finales fueran una sucesión de tiros libres. Desde esa fatídica línea se han decidido innumerables encuentros, para bien y para mal, y en este caso, las chicas de rojo supieron mantenerse regulares para amarrar la victoria. Los nueve puntos finales de diferencia son engañosos, ya que ellas saben bien lo mucho que tuvieron que sufrir para continuar en la competición.
Tendrán que recuperar fuerzas esta semana, porque pronto tendrán que enfrentarse al durísimo obstáculo que supone verse las caras contra las formidables Abejas de Maravillas, dispuestas a todo después de su agónica victoria in extremis ante San Agustín.
Las Tigresas por su parte se mostraban desoladas por tener que abandonar la competición, pero disfrutaron del reconocimiento de sus aficionados que les brindaron una grandísima ovación como recompensa al esfuerzo realizado.
Su comapañeros, su colegio estaban orgulloso de ellas, y ése es el máximo premio que puede recibir cualquier equipo en la Copa Colegial ABC...