Rememoramos los mejores momentos de la Copa Colegial de Barcelona. Con esta primera entrega, “Una Canasta de ensueño” nos remontamos a la final femenina de la edición 2019. Joana Navarro, la heroína de Sant Adrià

Corrían los últimos segundos en el pabellón de Can Ricart (Sant Adrià del Besós). La final de la Copa Colegial femenina estaba tocando a su fin y, tras una reñida prórroga, los hinchas de las escuelas de Sant Gabriel Sant Adrià  y Sant Gervasi Mollet  seguían, como habían hecho durante todo el partido, animando enérgicamente a sus escuadras con un entusiasmo que solo se ve en las citas finales de esta maravillosa competición.

Quedaban tan solo siete segundos. La visitante Alba Orois acababa de anotar su decimonoveno punto en el partido al encestar uno de los dos tiros libres y Sant Gervasi Mollet se había vuelto a colocar un punto arriba (56-57). Tras un último tiempo muerto, Sant Gabriel tenía la oportunidad de hacer historia. Era ahora o nunca. El esfuerzo de meses y meses de competición se veía reducido a una jugada. Blanco o negro. El gris solo se podía traducir en una nueva prórroga. Algo que no pasaría.

Judit Marot sacaba de banda. Y lo hacía de manera agresiva: las anfitrionas buscaban urgentemente la canasta. Marot para Talaverón,  que recibía de espaldas, como buena pívot que es. Apresurado y veloz movimiento de cadera para ganar espacio en la pintura mientras los decibelios de la cancha subían y subían hasta niveles ensordecedores. La tensión era máxima. El público estaba literalmente todo de pie viendo lo que sería la última jugada de la Copa Colegial 2019.  Talaverón se movía y se removía en la pintura, buscando con la mirada el pase. El pase decisivo. Y éste llegó. Joana Navarro, como un cohete, recorría los seis metros de parqué que separan la línea de triple y el semicírculo. Con un brinco decidido y poderoso, Navarro llegaba a su destino.

Una jugada que parecía trazada con escuadra y cartabón. Diseñada al milímetro en la cocina del último tiempo muerto por parte del míster Jesús Checa. Tras engañar a su defensora, que se pensaba que la ala-pívot seguía en la línea de triple, Navarro se erguía en el semicírculo y, aprovechando su altura y su fantástica conexión con su camarada Talaverón, recibía el balón justo debajo del aro. Apenas sin ángulo de tiro, y entre los chillidos, bocinazos y silbidos de la muchedumbre, Navarro aprovechaba la inercia que llevaba con su carrera para chocar levemente, pero con toda la intención del mundo con su defensora Ona Fuentes. Un ligero cuerpeo que le permitía ganar unos centímetros vitales para realizar el tiro de su vida a la vez que recibía el balón con las dos manos. A aro pasado y con la mano derecha, Navarro sacaba tajada de su metro setenta y seis y acompañaba el esférico a picar contra el tablero. Acto seguido, este caía y se colaba entre las redes de Sant Gervasi Mollet a falta de tan solo tres segundos y ocho décimas. El estallido de euforia era tremendo. Gritos y más gritos, de las dos bancadas –unas con entusiasmo y las otras con un “ooooh” de decepción-. Navarro no lo celebraba de momento. Sabía que el reloj seguía corriendo y que las de azul y naranja tendrían un nuevo intento. Pero sería una chance a la desesperada. Saque de banda sin ideas, como es normal tras recibir un varapalo de este calibre, y tiro a la babalá desde medio campo. Joana Navarro, la heroína de Sant Adrià, se miraba esta última jugada recorriendo el campo. Sus ojos reseguían la pelota, y hasta que no vio que esta no acababa entrando en la canasta contraria, no empezó a saltar. A botar de alegría, de alborozo, de satisfacción… La gloria era suya. La invasión de campo fue inmediata y las jugadoras locales se abrazaron emocionadas y exultantes, junto a toda la afición del colegio de Sant Gabriel. Ellas eran las dreamersy habían hecho su sueño realidad.

Revive la jugada: https://copacolegial.com/barcelona/videos/estratosferico-video-la-final-femenina-barcelona-con-sant-gabriel-campeon/9187