Llega San Valentín y, un año más, no todos lo podemos celebrar... O sí, porque nosotros estamos profundamente enamorados de la Copa Colegial, la mejor competición escolar de Europa de todos los tiempos. Algunos hemos tenido la suerte de poder disfrutar este espectacular torneo desde sus inicios en Barcelona, animando a las escuelas a las que íbamos de pequeñitos. La Copa Colegial nos ha traído a muchos recuerdos que nunca borraremos de nuestras memorias, como los que seguro que les vienen a la cabeza a Aina Bellver y a Berta Alegre. Ellas fueron las dos primeras MVPs de la historia de la Copa Colegial Barcelona y fueron las primeras enamoradas de esta competición, saboreando un delicioso Bifrutas, entonces uno de los patrocinadores del torneo.
Pero el amor de la Copa va mucho más allá de un partido de baloncesto: es una forma de entender la vida. Es hacer piña, es patearse Barcelona de punta a punta para ver a tu equipo, es representar a tu escuela enfundándote la camiseta cuando quizás juegas en otro club de basket los fines de semana, es besar el escudo de tu cole, es -en algunos casos- que te vengan a animar tus profes... Es también euforia, pasión, talento, deportividad, compañerismo, esfuerzo y tesón. Es pura magia.
Querido San Valentín, gracias por unirnos a la Copa Colegial. Tú nos has jurado amor eterno y nosotros te lo juramos las veces que haga falta. Viva los huddles, los colegiados, los jugadores, las jugadoras, los staffs técnicos, l@s cheerleaders, las mascotas, los tiros libres BIE, las aficiones, los cuartos de ocho minutos, los estandartes, el All-Star, la Pequecopa, el Hall Of Fame, El Patio, Conexión Colegial, los padres y las madres que lo hacen posible, los responsables de las escuelas. Y un largo etcétera. En resumen: ¡VIVA LA COPA COLEGIAL! ¡VIVA EL AMOR! ¡VIVA SAN VALENTÍN!
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