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Reconstruimos la histórica gesta de Pere Carrión que llevó a Claret Llops y a sus hooligans a la cúspide del baloncesto colegial en abril de 2015
Si en la primera toma del especial “Best Moments Copa Colegial” rememoramos la final femenina de la pasada edición, en la segunda toma de estos episodios especiales durante la cuarentena nos remontamos al 24 de abril del 2015, el día después de Sant Jordi. Nos situamos en el pabellón de Llars Mundet, uno de los mejores equipados de la ciudad Condal.
Las escuelas de Maristes Sants y Claret Llops se enfrentaban en la gran final colegial tras haber vencido en semifinales a las escuadras de Badalonès y THAU respectivamente. Claret Llops llegaba a la última cita de la competición habiendo superado todos los partidos por la mínima. Sudaron la gota gorda para vencer en las pistas de Sant Ignasi y Bon Pastor en las dos primeras rondas, remaron hasta el final cosechando el triunfo en casa frente a un combativo THAU liderado por un salido Aleix Recasens y aterrizaban en el careo final con sus estrellas intactas. Andrew Tunnah, que por fin jugaría un partido completo, y Pere Carrión, con su talante habitual, se presentaban como los hombres clave en este choque definitorio. Maristes Sants, por su parte, solo había sufrido en uno de sus partidos previos. Los chicos de Sergi Obón abordaban la gran final tras haber superado con solvencia y sin dificultades a Maristes La Immaculada y a Frederic Mistral, pero –eso sí- habiendo luchado a cara de perro en una semi durísima contra la escuela favorita, Badalonès.
El duelo, para más inri, tenía además dos alicientes que no se podían pasar por alto. El primero de todos, que el partido era la repetición de la semifinal femenina que se había jugado tan solo 7 días antes. Por entonces, Maristes había asaltado el ‘pati vell’ de la escuela claretiana remontando siete puntos negativos en el último cuarto con una gran reacción de Estefanía Martín.
El segundo aliciente, ni más ni menos que la afición. En las graderías de Mundet se respiraba un ambiente que erizaba el pellejo. Bubucelas, tambores, bombos, trompetas, disfraces… pero sobre todo mucho jolgorio. Maristes, que acababa de disputar (y perder) la final femenina en la misma cancha, se recluía en la grada para hacer borrón y cuenta nueva y volver a animar como locos y locas. Ahora serían más con la incorporación de las chicas que, tras su paso por vestuarios, subirían los peldaños que transportan a las gradas y jalearían a los suyos como si no hubiera un mañana. Por parte de Claret Llops, pura adrenalina. Los supporters (que hoy en día ya han pasado al rango de ‘hooligans’ y siguen, en su mayoría, todos activos) llegaban al lugar de los hechos todos juntos. Más de dos centenares de aficionados claretianos, liderados ya en aquel momento por el actual cabecilla Pol Alonso y la flauta del entonces estudiante de La Sedeta Ferran Jodas, irrumpían en el pabellón con gritos y alaridos. Los aullidos de los lobos se convertían en una amalgama blanquiazul que acabaría llevando a sus jugadores en volandas hacia la victoria.
El partido comenzaba gris, muy gris para Claret Llops. Los jugadores de Maristes, capitaneados por un excelso Marc Martí, percutían constantemente en la pintura y se apuntaban el primer parcial con un clarísimo 17 a 5. Los del barrio de Sants-Les Corts parecía que habían venido de paseo a Llars Mundet. El choque estaba siendo un auténtico baño y Xavi Marín, entrenador entonces de los lobos, no reaccionaba. Un segundo cuarto mucho más parejo que se lo acabaría apuntando el equipo blanquiazul ponía más temple en el encuentro, pero Maristes volvía a la carga en el tercer periodo. Los chicos de Obón parecía que habían aprendido la lección de sus camaradas las chicas y el triunfo cada vez estaba más cerca. Los ocho minutos del penúltimo acto servían para que Guille Gancho y Roger Gascó silenciaran las buenas acciones de Gerard Martínez y apuntalaran la máxima diferencia hasta el momento en el marcador (21-36). El momento era delicado y muy crítico para la manada blanquiazul. Los jugadores palpaban el KO que se les acercaba como un monstruo en forma de estandarte. Sin embargo, alzaban la cabeza, miraban a la gradería y se lo volvían a creer. Chicas y chicos de todas las edades unidos en torno a un mismo objetivo: levantar el ánimo de sus compañeros y empezar a cimentar la gran remontada. Un timeout del coach Marín lo cambiaría todo.
El inicio de la gran remontada
Pocas veces se ha visto algo igual en la Copa Colegial como lo que vamos a revivir ahora. Ya cuesta ver grandes remontadas en partidos tan cortos, como para que esta se produzca en la gran final de la competición. Con quince puntos abajo, Claret se autoconvenció. Marín arengó a los suyos y, tras uno de los tiempos muertos más duros que se recuerda en la historia del torneo, Tunnah, Martínez, Lorenzo, Carrión, Marimón, Kike y compañía saltaron al tapete con más hambre que nunca. Los claretianos lograron reducir distancias en lo que quedaba de tercer cuarto hasta el -12.
No obstante, el gran estallido llegaría en el último asalto. Algunos profesores de la escuela como Enric Hidalgo o Eduard Vázquez (no así el jefe de estudios Robert Vilella) se habían acercado a ver con sus propios ojos cómo culminaban sus alumnos la remontada más épica que se recuerda en la Copa Colegial. Héctor Giménez –una de las figuras más destacadas ahora en el Senior B de Claret- arrancaba con cuatro puntos consecutivos que hacían saltar todas las alarmas en el banquillo de los de Sants. El colchón de puntos de diferencia para los de Maristes se había visto reducido hasta la mitad en apenas unos minutos y jugadores como Martí o Gascó ya no las tenían todas. Aun así, lo peor para ellos estaba por llegar. Con 8 puntos abajo, Claret se encomendaba una vez más a una grada loca donde el tambor de Jaume Gil, que no había parado de sonar ni un segundo en todo el match, hacía de timón para culminar la remontada. Alex Marimón -ahora estadístico de la Copa Colegial- y Dani Gracia se vaciaban como nunca para alentar a los suyos en estos últimos compases. El choque entraba en los últimos minutos y ahí Andrew Tunnah resultaría letal. Un rebote ofensivo suyo acababa en encesto ante la incredulidad de Maristes. El empate a 45 ya lucía en el electrónico. Pero en la siguiente jugada, Gascó se frotaba las manos. La que podría haber sido la última acción del partido, con dos tiros libres para el jugador de moda de Maristes-Sants, terminaba en una de las peores pesadillas. El ala pívot erraba los dos y el partido se iba inevitablemente a la prórroga. Unos últimos minutos que escribirían la historia baloncestística de Claret Llops.
“Curry” Carrión culmina la hazaña
Para quien no lo conozca, Pere Carrión es el actual base del Senior de Claret Llops. Entre muchos otros éxitos, Carrión, que lleva desde los tres años dando asistencias y metiendo triples en el ‘pati vell’ de la escuela claretiana, ha llegado donde está por su canastón ganador en la final de la Copa Colegial 2015. Él fue el artífice, el héroe, el rostro, el titán y la estrella de la gran remontada de los lobos en aquella final de hace ya casi cinco años. Tras volver a ir a remolque en la prórroga, Carrión se echó el equipo a la espalda y él solito volteó el marcador. A falta de 40 segundos cogió por banda a Giménez y le zarandeó la cabeza. Creía en la remontada. Giménez le respondió anotando uno de los dos tiros libres, pero la gloria final quedaría para “Curry” Carrión. A falta de pocas décimas de segundo para terminar el choque, que se veía abocado a un nuevo overtime, Carrión cogía las riendas de la situación y desde la línea de 6’75 se elevaba (o más bien dicho, levitaba) para acabar anotando un 3+1 que daba el estandarte a su escuela. La efeméride se había consumado. La canasta ganadora con la que cualquier jugador de basket sueña había dado paso en cuestión de segundos a una invasión de pista de todos sus compañeros y amigos de escuela, que cantaban el alirón lanzándose por el parqué de Llars Mundet como si de una pista de bolos se tratara. El alirón se había transformado en una locura multitudinaria. Algunos comportamientos de la grada rozaban lo absurdo: volteretas, mortales, flic-flacs… La celebración era una auténtica locura. La ocasión lo merecía.
Ya en la entrega de premios, después de que los vencedores consolaran a los jugadores de Maristes, llegaban los parlamentos. Todos los jugadores de Llops cogían el micro, pero el momento cumbre llegaría cuando MVP Carrión pronunciaba sus primeras palabras. El héroe de la final entonaba el cántico de la victoria: “Sóc del Claret i animaré, sempre fins a la mort, et duré fins a la glòria, guanya aquest partit per l’afició!!!”. Todos, absolutamente todos los hinchas claretianos, cantaban más fuerte y con más ímpetu que nunca. El estandarte también era suyo.
Redacció Catalunya Central. Hace 5 meses
Redacció Catalunya Central. Hace 5 meses
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