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Pasarán los años, y todo seguirá igual. Las emociones que genera el Salón de la Fama no encuentran semejanza ni precedentes para todos los que forman la familia del Baloncesto Colegial. Se ve en los jóvenes valores que llegan al torneo con la ilusión de seguir haciendo la competición aún más grande, y por supuesto, también en los más fogueados, a los que siempre, aunque intenten evitarlo, se les escapa una lagrimita recordando lo que significa ingresar entre los mejores en el histórico de la Copa Colegial.
Allá por 2009 empezaba esta noble distinción que reconocía por aquellos años a Luis Miguel Calvo, Ken "Coach" Carter, Lydia Chao, Aitana Cuevas, Juan Miguel Goenechea, Pablo Ruiz, Fernando Ruiz y Silvia Safont como los prestigiosos precursores del palmarés. Ahora, 15 años después y con varias series ya habiendo instaurado este reconocimiento, siete nuevos elegidos, de diferentes gremios del mundo de la canasta, tuvieron su gran día en el Instituto Internacional Americano de Madrid.
Hablamos, otro año más, de la sede de un evento especial, distinguido, elegante. Porque dicen que "la elegancia es una actitud", y es un hecho que pudimos comprobar con los siete reconocidos, quiénes cuáles siete magníficos, vivieron y hubiera sido coherente escuchar esta canción de fondo mientras lo recibían bajo la voz del mítico Raphael, 'Su Gran Noche'.
La gran novedad, la entrada de un árbitro
Era una fecha especial, incluso dentro de la cotidianidad que supone cada año entregar el Hall of Fame en las fechas cercanas a comerse el turrón. Alberto López-Ribé, presidente de la Fundación Baloncesto Colegial, tras la presentación del evento, daba el motivo. "Es la primera vez que entra en el Salón de la Fama un árbitro". Ahora hablaremos de él, ya que casi desde que nació lleva pitando partidos de la Copa (valga un poco la exageración, pero como reconoció su madrina de la gala, ha dirigido más partidos de Copa que años tiene). Pero era diferente para todos, por distinguir un colectivo tan importante y que siempre ha ido tan de la mano con la mejor competición colegial de Europa en cuánto a significado.
Todavía no habíamos comentado que fue el majestuoso Roberto Calero el premiado tras colgar el silbato. Pero hubo otros reconocidos antes. Algunos desde la distancia, como el caso de Rómulo Aguillaume o Elena Alaix, ambos lejos de nuestra fronteras por la suerte de que el baloncesto les haya aportado tanto en su vida académica como en la deportiva grandes cotas. Pero también con un quinteto de presentes, que desde luego disfrutaron a lo grande de un día que nunca olvidarán rodeados de sus seres más queridos.
Como cada año, Pablo Martinez-Arroyo, el perfecto conductor del evento, daba la bienvenida a todos los presentes, que siendo un martes prenavideño en Madrid, tuvieron que vérselas y desearlas para llegar a un sitio tan céntrico en la capital de España. Una vez allí, comenzaba un acontecimiento siempre especial, en el que nunca se puede predecir lo que sucederá. Y es que cuando José Antonio Morán, una de las principales razones de ver a los Sauces de la Moraleja hoy en día en el nivel que está, se disponía a recibir su metopa, el vídeo no quería entrar. La tecnología ponía también la paciencia de todos los presentes a prueba. Lo hizo mientras la sonrisa no se quitaba de sus rostros y dejaba poco a poco paso a la naturalidad, y a la capacidad de fluir en todos mientras todo se ponía en orden.
Emocionados en la distancia
Con los problemas técnicos solucionados, llegó el momento de la primera distinguida desde la lejanía, como fue una Elena Alaix que hace apenas un lustro dominaba el torneo en su categoría femenina. Fue con un San Agustín que se convertía por primera vez (y única hasta ahora), en campeón femenino del torneo en su pabellón, con una jugadora celestial a la que se recordará por siempre por sus centímetros y su capacidad de brillar en la pintura. De ella habló su padre, padrino del evento, y ella misma, destacando que "comencé a jugar al baloncesto en el colegio, cuando era muy pequeña, y aprendí desde pequeña valores fundamentales que la Copa acrecentó".
Había mucho más de lo que hablar, y llegó con la principal atracción de la jornada. Un Roberto Calero que se convierte en leyenda (aunque ya lo era desde hace tiempo), además de los otros seis reconocidos. Pero el colegiado por un motivo especial: ser el primer árbitro que ingresa en el Hall of Fame colegial. Una distinción imprescindible y necesaria para reconocer los valores de la Copa, y lo que nos importa: dar cabida a un estamento tan necesario para que todo salga a pedir de boca.
Era el momento de no ir en pantalón en corto en el evento, como decía Martínez-Arroyo, y Roberto dejó momentos preciosos, con un discurso tan elogiado como el de su madrina, María Cebrián, y que finalizó con un instante para el recuerdo: la entrega de un silbato honorífico para el bueno de Alberto-Lopez Ribé, sentado en la mesa presidencial del evento.
No hemos hablado aún a estas alturas sobre un bufete tan impresionante: no sólo por Alberto López-Ribé y Álvaro Herranz, sino también por Juanjo Hernández, vicepresidente de la FBC, y la aplaudida presencia para nosotros del gran Fernando Ruiz, presidente del Consejo Asesor de la Fundación Baloncesto Colegial, jugador de baloncesto en su momento, que un día llegó como "padre de artistas", y se enamoró del torneo.
Jugadores para la historia
Pero retomemos el guión de una jornada tan emotiva. Llevábamos tres galardonados, y el evento cogió ritmo. Tanto que el póker de hallofamers restantes, Rómulo Aguillaume, Fermín Chapinal, Alejandro González y Paula Navalón fueron capaces de aunar a la perfección el sentimiento con la precisión. Con ella jugaban Alejandro González o Paula Navalón en un 2018 en el que el primero fue campeón con Brains, y otra llegó a la final con las halcones de Estudio, además de ser distinguida como BSAA.
Hoy en día en Dubai como persona de éxito empresarial, Paula es alguien, junto con Alejandro, que recordaremos para siempre en el torneo. Y qué decir de Rómulo Aguillaume, otro de la Clase 2023 que cinco años atrás dejaba su sello en uno de los mejores Arturo Soria de la historia (subcampeón ante Brains en 2018). O de Fermin Chapinal, el emblema de los faraones de Nile, una escuela para la Copa Colegial tremendamente particular.
Rómulo, ahora mismo en Estados Unidos, hablaba de lo sano que es el ambiente en el torneo, mientras que, entre anécdotas del Partizán de Fuenlabrada, y el reconocimiento a ser abuelo dentro del Salón de la Fama, Fermín ponía el perfecto broche al evento, no sin antes dejar que Fernando Ruiz hablara de la importancia de la Copa en la formación dentro de una sociedad tan difícil a día de hoy.
Despedida a la altura
Una gala que se hizo corta en los casi 120 minutos que duró, y que siempre podremos revivir gracias a JGBasket cada vez que así lo deseemos. Porque el deseo fue lo que motivó a estos siete magníficos a ser lo que son: leyendas en sus colegios. Capaces de hacer brotar la magia colegial allá por dónde van. Otro Salón de la Fama que será muy complejo que se nos borre de la memoria.
#VuelvelaMagia
Redacción. Hace 2 meses
Redacción. Hace 2 meses
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