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18 Mayo, 2021
Estamos ya en mitad del mes de mayo. El verano se intuye, las temperaturas suben, el sol brilla pero el fuerte cierzo se empeña en que la mañana comience fresquita en Zaragoza. Entro en la Estación Zaragoza Delicias totalmente despeinado y tratando de recomponer la imagen antes de subir al AVE que me llevará, en poco más de una hora y cuarto, hasta Madrid. Hoy es un gran día. Hoy voy a vivir mi primera Gran Final de la Copa Colegial Madrid. O mis primeras Grandes Finales, porque tendré el honor de disfrutar, una detrás de otra, de la masculina y la femenina.
Afortunadamente, nada más poner pie en tierra en Madrid Atocha, detecto que el cierzo, ese viento incansable, es patrimonio zaragozano y no ha viajado conmigo. Día perfecto para jugarse el Estandarte colegial. Breve paseo por la capital y emprendo dirección a la calle de los Reyes Magos, un nombre que me hace presagiar un regalo de jornada. Allí se erige el colegio Santa María del Pilar, la sede de ambos partidos. Un colegio con una extensión enorme, que impresiona nada más que entro por la puerta. Siento un ligero mareo al levantar la vista. ¿Estoy de nuevo en Zaragoza? Ante mí, la iglesia del colegio Marianistas de mi ciudad. No puede ser. Estoy en Madrid. Afortunadamente, llega a mi lado Vicente Morales, excelente anfitrión en el colegio, para explicarme que no estoy viendo visiones: las iglesias de ambos colegios son clónicas y están basadas en el mismo diseño, construyéndose la de la orilla del Canal zaragozano según los planos originales de la madrileña. Me relajo. No me ha efectado el viaje. Toca concentrarme en lo importante: el baloncesto.
Medidas higiénico sanitarias perfectas en el magnífico pabellón marianista. Toma de temperatura, equipos preparados para entrar en el recinto de forma separada, grada cerrada al público. Lástima no escuchar a la afición de cada colegio rugiendo en el ánimo a sus jugadores. Otro año será. Este año, la seguridad es lo importante. La organización de la Copa Colegial es un engranaje (casi perfecto). Un ejército de trabajadores que, detrás del escenario, consiguen que todo funcione como un reloj. María, Dani y Brunno distribuyendo todo el material para vestir el pabellón, Álex al frente de la técnica. Nada se le escapa. El despliegue técnico me deja ojiplático. Los chicos de JG Basket haciendo llegar a los hogares de todas las familias de los jugadores, de sus compañeros, de toda España, a través de Twitch la señal de los partidos en directo. ¡Más de 2.000 personas siguieron los partidos en la plataforma de Copa Colegial!. Pedro, con su estilo inconfundible, poniendo voz a los partidos, tanto en la pista, ejerciendo de lo que él más disfruta, de speaker, como como narrador de la transmisión apoyado por los comentarios de Sergio, el tío que más sabe de la Copa Colegial Madrid. Y, si hay que seguirlo a través de las redes sociales y de la web, ahí estaban LuiJa, el fotógrafo de las mil finales (ojo, que se merece homenaje esta semana en Conexión Colegial), y Marc con sus cámaras como una prolongación de los brazos. Laura y Nico, con el portátil echando humo mientras cogen datos y van escribiendo las crónicas para que las tengamos en la web casi antes de acabar los partidos... Y vigilantes, controlando todo, David y Álvaro, los jefes. Rostros satisfechos. Una muesca más en el revólver, acabamos la edición más complicada, un 2021 lleno de trampas y complicaciones. Quien también mira con satisfacción es Pablo Martínez Arroyo. ¿Cómo podía faltar el alma máter de la Copa Colegial a la cita máxima? Preocupado por todos, interesándose por todo y echando una mano, como siempre desde hace casi veinte años cuando, de la mano del otro Pablo, Carabias, se lanzó a esta locura con las Series Colegiales.
La voz de Pedro Bonofiglio atruena la megafonía del pabellón. Comienza la presentación de los jugadores. No está en el Wizink Center, pero nuestro speaker lo vive con la misma pasión que si presentara a Llull y Felipe Reyes. La final masculina está en marcha, el espectáculo funciona y los Estandartes van a tener dueño a lo largo de la tarde. Escolapios Pozuelo se lleva el de los chicos. Alegría desbordada, los Cordones Dorados contra la leucemia infantil brillan en las zapatillas de los jugadores. Destaca la elegancia de su cuerpo técnico, todos ellos de riguroso y elegante traje. El primer título de Copa Colegial Madrid se va a las vitrinas de su colegio. Por las chicas, Los Sauces Torrelodones logra un imposible: tres Estandartes consecutivos, un triplete que podría haberlas convertido en tetracampeonas de no haber mediado la pandemia en 2020. Vaya tarde de baloncesto colegial. Toca descansar porque yo, mañana sábado, no me vuelvo a casa. Me voy a la Pequecopa. No me la pierdo después de lo que hemos disfrutado en las finales de "los mayores".
A las 7 de la mañana ya tengo a Sergio en la puerta del hotel listo para que salgamos hacia el colegio Veritas. Excelente guía y chofer el que he tenido en este fin de semana madrileño. Lástima la multa que se lleva por aparcar donde no debía para salir más rápido (¡ups, no sé si había que contarlo!). El equipo de trabajo, con alguna incorporación, como la de Fede, se pone a trabajar en seguida. La llegada de los equipos no es fácil. Muchos niños (más de 600) entrando a la vez en las instalaciones son difíciles de controlar si quieres mantener todas las medidas de distanciamiento. Pero el proceso va de lujo. A los pocos minutos, todos han hecho el check-in y están ya listos para jugar.
Ocho pistas (tres interiores y cinco exteriores) a pleno rendimientos durante todo el día. Por suerte, aunque hace buen día, la temperatura no es muy elevada y, salvo alguna piel que tendrá estilo de turista británico en la próxima semana, la jornada se hace agradable en cuanto a climatología se refiere. Agradecimiento especial a todos esos voluntarios de cada colegio participante que ayudan en la emisión de todos los partidos de la Pequecopa a través de ¡nueve! canales de Twitch. Un despliegue sin precedentes de la organización que resulta un gran éxito y permite que las familias y compañeros de los participantes les vean desde todos los puntos de España. Multitud de descargas de la app de la Pequecopa, desde la que pueden seguirse resultados, noticias, fotos y los partidos en directo, lo que nos lleva a ser la cuarta app deportiva más descargada del sábado en España. ¿Por delante del "Marca"? ¡Por delante del "Marca"!.
Al mediodía, cuando empieza a apretar un poco más el sol, llega el turno de las comidas. Perfecta sincronización de todos los equipos para cumplir sus turnos y no coincidir en el comedor del colegio. Con ya tres partidos jugados durante la mañana, las caracolas de pasta con tomate, la hamburguesa y la pieza de fruta sientan de maravilla para retomar fuerzas de cara a la tarde. Y los mayores, aprovechamos para recordar nuestras comidas escolares (¡cuando éramos jóvenes!) y contar aquellas anécdotas de nuestra infancia en las que [...] bueno, mejor eso no lo contamos ahora.
Por la tarde llega lo decisivo. Las eliminatorias. Los partidos se suceden y cuatro equipos se citan para las Finales. ¿Estamos en un torneo alevín? No lo parece. Parecen profesionales. Concentrados, rostros circunspectos, ganas de ganar, temor de perder... Y allí están las chicas de San Agustín y los chicos de Patrocinio San José para llevarse los Peque Estandartes, con sus familias viéndoles triunfar desde casa, orgullosas, a través de la imágen de JG Basket y la voz de un Pedro Bonofiglio que se crece en estas circunstancias. Entrega de trofeos y alegría a raudales. De todos. De los ganadores, de los perdedores y de la gente de la Copa Colegial, todos contentos por haber podido cumplir el objetivo: disfrutar tras un año de vacío de un evento del tamaño de la Pequecopa.
Los equipos van abandonando la pista de Veritas. Son más de las diez de la noche y toca recoger con la sensación de cansancio absoluto pero de satisfacción por el resultado del trabajo de un gran equipo de profesionales. A mi me toca volver a coger el AVE y regresar a casa, pero me llevo para siempre el recuerdo un fin de semana de baloncesto colegial del que muchas personas hemos disfrutado como si tuviéramos 11 (o 17) años y hubiésemos estado encestando sobre la pista. Mientras me quedo dormido en mi asiento del tren de regreso, se me escapa una sonrisa y sueño con jugar treinta y dos minutos tras el Estandarte, sin culpas ni miedos, porque aquí todo el mundo pone de su parte...
Redacción. Hace 2 meses
Redacción. Hace 2 meses
Redacción. Hace 2 meses
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