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Ha sido breve. Ha sido intenso. Ha sido emocionante. Ha sido el regreso de la Pequecopa Colegial. Han sido 24 horas de mucho baloncesto, de alegrías, de enfados en la pista, de gritos, de abrazos y de canastas; de muchas canastas. La Pequecopa Colegial volvió un año más a las pistas, y nos recordó a todos por qué la necesitábamos tanto. El baloncesto colegial echaba en falta la Pequecopa Colegial; y la Pequecopa Colegial echaba en falta a los jugadores, entrenadores y árbitros que hicieron posible que, una vez más, la nueva edición de un torneo que una vez más se superado a sí mismo frente a todas las adversidades.
La pandemia había puesto muchas piedras en el camino y había dificultado en diversas ocasiones que una competición como la Pequecopa Colegial se pudiese llegar a disputar. Sin embargo, el mejor equipo organizador posible ha hecho posible que esta maravillosa competición haya podido disputarse garantizando todas las medidas sanitarias y elevando, de nuevo, a la Pequecopa a la categoría de “mejor competición colegial de Europa”. La simbiosis perfecta entre un equipo humano formidable y una competición única ha logrado que el Colegio Veritas se haya disfrazado de anfitrión y sus pistas han sido testigos en primera persona de un apasionante día de baloncesto colegial.
Un total de 65 equipos participantes se batieron en duelo durante toda la jornada del sábado. Los padres, madres y aficionados al baloncesto pudieron disfrutar de todos los encuentros a través de Twitch con retransmisiones simultáneas apasionantes en cada partido. Además, la brillante voz de Pedro Bonofiglio estuvo presente en la Pequecopa Colegial y nuestro comentarista se puso el traje de superhéroe y se fotografió con todos los jugadores que estaban entusiasmados con su presencia.
Finalmente, los colegios que se alzaron con la corona final de la Pequecopa Colegial fueron Patrocinio San José (ganadores del cuadro masculino) y San Agustín (ganadoras del cuadro femenino). Dos partidos que se vivieron con un ambiente espectacular que hicieron vibrar, gritar y emocionarse a todos los presentes después de tanto tiempo sin competiciones de este nivel.
Habían pasado dos años desde la última edición de la Pequecopa Colegial. Echábamos de menos a nuestros jugadores y jugadoras. Echábamos de menos a nuestros entrenadores que se dejan el alma animando a su equipo. Echábamos de menos ver a nuestros árbitros con el silbato (y la mascarilla) en la boca. Echábamos de menos las risas, los abrazos y los aplausos entre compañeros.
Echábamos de menos ver cómo los rivales se daban la mano, aunque esta vez se tradujo en un emotivo aplauso al rival. Echábamos de menos los nervios que se generan antes de saltar a la pista. Echábamos de menos el sentimiento de ver el balón entrar a canasta. Echábamos de menos el baloncesto. Y, en definitiva, echábamos de menos la Pequecopa Colegial. Pero, echando la vista atrás, podemos decir sin miedo a equivocarnos que la espera ha merecido la pena. Muchas gracias, y ¡viva el baloncesto colegial!
Foto: Laura García Higueras
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