¿No tienes usuario?
19 Mayo, 2021
La primera vez que Pablo Ardila estuvo en una final de la Copa Colegial fue en 2019. Estaba lesionado, recuperándose de una rotura de ligamento, pero la vivió como uno mas desde el banquillo. Aquel día, su equipo se quedó a las puertas de hacerse con el Estandarte frente a Estudio. Al año siguiente, con Escolapios todavía en la competición, irrumpió la pandemia. Y con ella, el parón que lo detuvo absolutamente todo, incluido el torneo.
Pero entonces llegó 2021; y Pablo se ha dejado el alma para que su equipo llegara de nuevo a la gran cita, y esta vez sí, alzarse con el Estandarte. Y con premio doble, al ser elegido MVP de la edición. Tuvo que saltarse su graduación para ello, pero dejó otra imagen para el recuerdo: su salida del pabellón de Santa María del Pilar, traje y zapatos de etiqueta en mano.
Pablo ha sido determinante en todos y cada uno de los encuentros. Por supuesto, por su liderazgo en cuanto a puntuación; pero principalmente por el juego que genera. También por lo bien que entiende lo que significa formar parte de un equipo y cómo el tener a alguien pegado a ti, mirándote los ojos y haciéndote la vida imposible, puede ayudar al resto de tus compañeros."Ha sido siempre el punto de mira de todos los equipos contra los que ha jugado", reconoce su entrenador, Jaime Gómez-Sellés, "eso ha liberado a los demás. Eso es parte de líder y de jugador estrella; y no se puede decir que él no lo sea".
Estadísticas sin ‘peros’
Sus números han sido elogiables. Pablo ha terminado la Copa Colegial con un promedio de 22,3 tanto en puntos como en valoración. En el primer partido ante SEK Ciudalcampo irrumpió en la cancha metiendo 10 de los 21 tantos de su equipo en el periodo inicial; para acabar sumando un total de 19, 3 rebotes y 24 de valoración. En segunda ronda, marcó 18 puntos, capturó 10 rebotes y firmó 16 de valoración; además de ser elegido como MVP del encuentro ante Nile.
Alcanzados los Octavos de final, afinó la muñeca para marcar 34 puntos, coger 11 rebotes y lograr 37 de valoración. Quizás en Cuartos, ante Pureza de María, pareció que había "hecho menos", por lo mucho que en el inicio se le resistieron los aros de su pista. Pero no. Consiguió 19 puntos, 7 rebotes y 10 de valoración.
Seguramente en un año sin coronavirus su nombre habría sido vitoreado en el pabellón de Escolapios, que es uno de los que más se abarrotan y se entregan en la Copa Colegial. Pero tampoco aquello ha mermado su nivel de concentración y disciplina. En semifinales, contra Alameda de Osuna, anotó 21 tantos, capturó 7 rebotes y sumó 17 de valoración. Por último, llegada la gran final, marcó 23 puntos, cogió 7 rebotes, dio 9 asistencias y se coronó con 30 de valoración. Un partido en el que fue clave con un triple que sacudió el intento de remontada de Santa María del Pilar de un plumazo, en un momento en el que los suyos habían perdido la dinámica y la concentración en el duelo.
Para rematar su propio camino a la gloria, Pablo exprimió los últimos segundos para meter un tiro libre y un último triple en la competición. Y sí, está bien que repasemos los números; pero lo más importante que tiene el MVP de la Copa 2021 es su carisma, su compromiso y su compañerismo.
En todos los años – y van nueve- que quien escribe estas palabras lleva cubriendo el torneo, sin duda Ardila es de los jugadores más determinantes y a los que más veces he visto hablar, disculparse, chocar la mano y preocuparse por cómo está algún rival. "Se le ve feliz en el campo", subraya su entrenador, sobre lo que ocurre cuando está en la pista. Desde luego, lo mejor que se puede transmitir en una cancha de baloncesto. Eso sí, advierte que "no se ha visto ni un 70% de lo que es capaz de hacer".
El niño que tiraba antes de entrar a clase
Jaime, con quien el MVP compartió pasillos en el colegio, le recuerda cuando él estaba ya en Primero de la ESO y, cada mañana, veía a un chaval más pequeño tirando a canasta, sólo, antes de entrar al colegio. Era Pablo.
Siendo junto a Alfonso Gómez-Sellés, según revela su coach, los jugadores de Escolapios a los más ilusión les hacía jugar la Copa -se presentaron en el despacho del director para ello-, fue un mazazo el día en el que en 2018 le dijo que tenía "la rodilla bloqueada". El diagnóstico acabaría siendo rotura de ligamento, lo cual no evitó que acudiera a todos los partidos y entrenamientos.
"Recuperarse de una lesión como esta y conseguir hacer el papel que ha hecho es digno de admiración", concluye Jaime. Y razón no le falta. Pablo ha asumido la responsabilidad que le tocaba, ha hecho mejores a sus aliados Dani Ardila, Adrián Barreñada, Carlos Muro y al propio Alfonso. Y divirtiéndose sin perder la concentración.
La Copa Colegial existe y ha conseguido año a año convertirse en lo que es gracias a jugadores como Pablo. Cracks únicos que son importantes por lo que hacen, lo que no hacen, lo que dicen y lo que callan. De ahí a que un reconocimiento como este esté más que merecido y ojalá perviva para siempre en la estantería de su cuarto. Que le recuerde que es indestructible, que ha dejado su huella en esta competición y, sobre todo, que le impulse a afrontar con la cabeza bien alta todo lo que venga por delante.
Redacción. Hace 2 meses
Redacción. Hace 2 meses
Redacción. Hace 2 meses
Todos los jueves nuestro programa en YouTube de entrevistas y reportajes con Nacho Bonilla y Sergio García Muñoz. No te lo pierdas!
Gracias a Wibo cada colegio de la Copa Colegial puede tener su equipación completamente personalizada
Un programa para que puedas apoyar, colaborar y ayudar a la durabilidad de un proyecto deportivo y educativo único.