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19 Diciembre, 2018
Si hubiera que hacer un ranking de emotividad dentro de los eventos organizados por la Fundación de Baloncesto Colegial, no habría duda en cuál habría que colocar el primero en la lista: la ceremonia de entrada al Salón de la Fama. Una velada en la que los protagonistas cambian la equipación por trajes de gala para ver reconocidos sus méritos más allá de lo deportivo. Porque para hacer historia de la Copa Colegial no solo basta ni es imprescindible haber ganado un Estandarte, se mide en función del legado, la personalidad, el carácter y la generosidad brindadas a este torneo tan especial.
Es habitual que en los discursos de agradecimiento de los premiados se perciba que ha pasado el tiempo suficiente como para que echen la locura colegial de los viernes de menos. Saber que ha sido irrepetible. Y es por ello que en la gala se respira emoción, nostalgia, orgullo y, sobre todo, mucho amor por el baloncesto. Los elegidos de esta edición, Nacho Galindo, Gabriel Alemany, Javier García Barba, Myriam García del Corral, Ricardo Muñoz, Jaime Robledo y Paul Saenz recibieron su metopa este martes 18 de diciembre en el International Institute, bajo la atenta mirada de los familiares y amigos que han acompañado a cada uno de ellos en sus trayectorias deportivas y personales.
El primero en tomar la palabra fue Pablo Martínez Arroyo, director de la Fundación que ejerció de maestro de ceremonias. Tras él, el Presidente Alberto López Ribé y Juan José Hernández Liras, director del Área de Formación, que agradecieron a todos su presencia y reivindicaron la importancia de esta cita. El segundo fue el encargado de presentar al padrino de la edición, José Luis Llorente. La clase homenajeada, de 2014, tuvo la suerte de contar con un medallista olímpico de testigo.
“El baloncesto permanece porque es un reto continuo que te invita a dominar un juego que nunca llegas a dominar, conectado con la esencia genética que tenemos los seres humanos de buscar lo inalcanzable”, explicó el exjugador profesional. “Enhorabuena por haber elegido el baloncesto, o quizás porque el baloncesto os haya elegido a vosotros”, les comunicó, advirtiéndoles igualmente de que “este acto rebosa autenticidad y es algo de lo que os acordaréis”. Sus emotivas palabras fueron el punto de partida. “Estáis en el lugar en el que muchos querrían estar y no pueden, y eso es un motivo de orgullo”, concluyó.
Después de las inspiradoras palabras de Llorente llegó el momento de dar paso a los protagonistas de la velada. El primero en salir a la palestra fue Nacho Galindo, del Colegio Estudio, doble campeón de la Copa en 2013 y 2014, y All Star en el segundo año. También ha pasado a la historia como “el chico de la foto”, por haber formado parte de la primera imagen que fue elegida como tal del torneo. El halcón vino acompañado de su padrino, Gonzalo Pérez. El entrenador reconoció que la generación del 96, a la que pertenece Nacho “ha marcado mi carrera como entrenador, porque más allá de los éxitos deportivos, creamos un grupo humano excepcional” y agradeció a su jugador “los recuerdos”.
Por su parte, Nacho Galindo agradeció “al baloncesto ser la persona que soy”. “He aprendido que cuando uno sufre por lo que quiere lograr, merece la pena. Cuando ganas se ve mucho más reflejado”, reconoció, y aprovechó el momento para dirigirse a los chicos y chicas que todavía pueden jugar la Copa, para decirles que “las emociones que se viven en este torneo no tienen nada que ver con ninguna otra competición, la capacidad de representar a tu colegio por todo Madrid defendiendo todo lo que te han enseñado delante de todos tus amigos es una sensación única”.
La siguiente en entrar en el Salón de la Fama fue Myriam García del Corral, de Maristas Chamberí. Subcampeona en 2014, All Star 2012 y 2014, y MVP del partido en 2014. La pívot marcó un antes y después en la participación de la Copa de su colegio, ya que con su generación consiguieron llegar por primera vez a la final. En su caso vino acompañada de su hermano, Jaime García como padrino. El también jugador explicó que Myriam merecía estar en el Salón de la Fama por “su ilusión, las ganas que le caracterizan y por cómo es como jugadora”.
La premiada, recién llegada de Estados Unidos donde está estudiando, reconoció que la Copa Colegial “es una de las cosas más bonitas que he vivido”. En la universidad compagina la carrera con seguir jugando al baloncesto y, aún así, no dudó en afirmar que “sé que la etapa que más voy a recordar es la de la Copa Colegial”. “En el autobús íbamos todos de verde a la salida del colegio, cantando todos como locos aunque no jugasen. Era un momento muy especial”, recordó emocionada. “Gracias y más gracias por estar aquí”, terminó.
Llegó el turno de “un colegio casi”, anunció Martínez Arroyo refiriéndose al centro Arturo Soria, ya que los dos siguientes protagonistas fueron Ricardo Muñoz y Jaime Robledo, que vinieron acompañados del profesor y entrenador del colegio, Javier Lázaro. Fueron los propios jugadores los que acudieron al despacho del director del centro a explicarle lo que era la competición y que querían jugarla. Y así, en su primera participación, lograron ser subcampeones. Lázaro recordó el día en el que sus alumnos le propusieron entrar en la Copa. “Pero chicos, ¿tenemos equipo?”, respondió. “A partir de aquí empezó la locura, y vaya locura”, reconoció.
Ricardo Muñoz, actualmente en China y que no pudo acudir a la cita por tener los exámenes esta misma semana, envió su mensaje de agradecimiento desde el continente asiático. “La experiencia de haber jugado con los compañeros de clase y haber creado la tradición de jugar la Copa en el colegio fue increíble”, explicó desde Shanghái. También se acordó de sus compañeros de equipo con los que lograron la gesta y de su mejor amigo, también presente en la gala, Jaime Robledo. El padre dl jugón, Germán Muñoz, fue el encargado de recoger la metopa.
El líder de aquella histórica plantilla fue Robledo. Lo primero que compartió fue “el orgullo” de estar recibiendo el reconocimiento porque “no sólo representamos al colegio, sino también al grupo que consiguió llegar a la final”. También animó a “todos los chicos y chicas que quieran jugar al baloncesto, a que lo propongan al colegio”, que fue lo que ellos hicieron. Y recordó el primer partido de Copa que jugaron en el que de repente había más de cien personas en la grada. A medida que avanzaron “terminamos hasta firmando autógrafos”, recordó, “incluso nos hicieron pulseras. Te sentías como una verdadera estrella”.
El evento volvió a teñirse de amarillo para dar paso a la entrada de Javier García Barba, MVP de la Copa Colegial en 2014, campeón en 2013 y 2014, All Star y ganador del Concurso de Triples. Un auténtico crack. Su entrenador Erik Mordt fue su padrino, que se sumó a los elogios hacia la generación del 96 de Estudio. “Javier se llevó el MVP de un torneo sin un jugar una final -por lesión- y eso explica lo que significaba y aportaba en el equipo dentro y fuera de la pista”, reivindicó.
El premiado explicó que el baloncesto “resalta toda una serie de principios muy importantes como el trabajo en equipo, el compañerismo, el respeto a los demás o el compromiso con un grupo, todos ante un mundo que cada día se vuelve más individualista y que representan la esencia del baloncesto”. Javier García se mostró agradecido con sus compañeros, entrenadores y rivales, “estamos hoy aquí para disfrutar de lo que el baloncesto ha unido”. Y finalizó acordándose de Alberto, jugador que compartió equipo con Nacho y con él y que tuvo que dejar el deporte a nivel competitivo “el mismo año que jugamos la Copa, pero se le facilitó la oportunidad de despedirse del baloncesto jugando los últimos minutos de la final. Con mis palabras quería rendirle un pequeño homenaje”.
De Estudio pasamos a colegio Areteia, para recibir a la segunda mujer en entrar en el Salón de la Fama del acto: Paula Sáenz. “Fue muy especial por lo que ella lideró”, explicó Martínez Arroyo. La pívot jugó el All Star en 2014 del que fue MVP. Luis García, director de su colegio, fue su padrino. “Nos unimos para celebrar que grandes deportistas hayan aportado cosas en la vida de los colegios”, explicó. Y destacó que “para un centro como Areteia que lleva más de 40 años ocupándose de aquellos chicos que les cuesta más todo, el que tú pusieras en ese momento de manifiesto la posibilidad de que todos tuviéramos un papel en una competición como ésta, es una deuda que siempre tendremos contigo”.
La homenajeada rememoró su paso por la Copa y cómo ha podido cumplir tres sueños en su andadura: “Jugarla con Areteia, participar en el All Star y se nombrada MVP; y ahora, entrar en el Salón de la Fama”. Agradeció igualmente a la organización “abrir sus puertas a tanta gente para que disfrutemos de este deporte” y a su colegio haberle enseñado que “toda persona se merece una oportunidad”. No faltaron tampoco las palabras de agradecimiento a sus compañeras de equipo de entonces, las actuales y a los que han sido sus entrenadores. “Dicen que una persona se forma ella sola, pero yo no pienso así, a mí me ha formado esta gente maravillosa y a día de hoy, doy gracias porque siguen en mi vida, y espero que lo estén muchos años más”, pidió al finalizar su discurso.
Por último, llegó el momento de rendir homenaje a alguien que no ha jugado la Copa, pero que la ha vivido con la misma intensidad, cariño y entrega que los equipos participantes. A él le debemos contar con un archivo audiovisual en el que no solo están recogidos los encuentros, charlas y actos, también las entrevistas a los protagonistas habiendo capturado momentos inolvidables. Él es Gabriel Alemany y su padrino Juan José Hernández Liras, que afirmó que “entender la Copa sin Gabriel ni JGBasket sería imposible”. “Es una persona desinteresada y desprendida”, resaltó destacando su capacidad de “escucha”.
Gabriel agradeció personalmente a cada miembro de la Fundación, y puso en valor el trabajo de los reporteros y fotógrafos de la Copa Colegial. Citó a colaboradores como Luis Javier Benito, Francisco de Haro o Laura García Higueras, “es increíble la cantera que habéis sacado”. También se acordó de los árbitros, por la facilidad dada para poder colocar sus cámaras, así como a los jugadores “por su pasión”, aficiones y colegios. Junto a ellos su equipo, que le acompañan grabando en todo lo que les pide. “El baloncesto es la cosa más importante de las menos importantes”, explicó y para concluir, se deshizo en elogios con su familia.
Así, con las emociones a flor de piel concluía una velada de alegría, lágrimas de emoción, orgullo de los presentes y homenaje personas muy especiales. Ahora sí, Nacho Galindo, Gabriel Alemany, Javier García Barba, Myriam García del Corral, Ricardo Muñoz, Jaime Robledo y Paul Sáenz, enhorabuena por ser la clase de 2014, por haber hecho historia en la Copa Colegial entrando en el Salón de la Fama. Y también, por habernos permitido viajar al pasado en vuestros discursos, rememorando los tiempos en los que fuisteis los protagonistas de esta competición; de la que lo seguís siendo gracias a esta nueva cita inolvidable.
Redacción. Hace 2 meses
Redacción. Hace 2 meses
Redacción. Hace 2 meses
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