Por muchas razones, no cabe duda que estamos ante la edición más destacada de la Copa Colegial Valladolid. Mayor número de equipos participantes, aumento exponencial de la presencia de afición en las gradas, compromiso sin parangón por parte de colegios, entrenadores y jugadores, nivel baloncestístico, inclusión de un nuevo centro. Y podríamos enumerar un sinfín de razones que avala la teoría de que, en este 2017, hemos presenciado la mejor Copa Colegial Valladolid en sus cuatro años de historia.

Desde el pasado 17 de febrero, en el Colegio San José, cuando se dio el pistoletazo de salida, han pasado 43 días, hasta la Gran Final del 31 de marzo. Entre medias, 17 partidos disputados, 1.412 puntos anotados, 855 rebotes y 228 asistencias repartidos entre los 19 equipos participantes (8 masculinos y 11 femeninos). A todo esto hay que añadir los más de 2.500 espectadores acumulados que han presenciado, en directo, los encuentros de la Copa Colegial Valladolid, registrando un máximo histórico en la Gran Final de San Agustín, con más de 600 asistentes en las gradas del colegio espartano.

En cuanto a actuaciones individuales, Álvaro Medina se ha convertido en el MVP más reboteador de la historia, promediando 15,3 rebotes por partido, y convirtiéndose en el jugador con más rechaces de la historia de la Copa Colegial Valladolid, llegando a la cifra de 96. Además, ha establecido el tope en categoría masculina con 23 rebotes en un partido, en la semifinal ante La Enseñanza.

Por su parte, Andrea Cueva se ha alzado con el galardón de Mejor Jugadora de la competición siendo la máxima anotadora (16,3 pts/part) y la cuarta máxima reboteadora (6,7 reb/part), amén de repartir 2 asistencias por encuentro. Son los mejores números para una MVP desde 2014, cuando Andrea Fernández dominó por completo la Copa Colegial Valladolid.

Pero, lo mejor, lo más destacado, entra en esa etérea categoría del baloncesto, y de otros deportes, que se denomina “los intangibles”. Estos comprenden las sensaciones, el deseo y el ambiente. Y, sin lugar a dudas, han sido inmejorables. Los jugadores completamente metidos en la competición, con ganas de jugar y disfrutar, caras largas por la derrota y caras sonrientes con la victoria, etc. A todo ello hay que sumar la implicación máxima de los colegios en la organización, tanto si eran sedes como si no, la facilidad a la hora de estructurar los partidos y la disponibilidad total.

Además de por los datos, la Copa Colegial Valladolid ha sido la mejor de la historia por sensaciones. Y, a buen seguro, la de 2018 será aún mejor.