Fue realmente impresionante. La tarde junto a Pedro Bonofiglio y todo el equipo de la Copa Colegial con Escolapios (como local) y SEK Ciudalcampo como visitantes es un recuerdo colegial imborrable para la persona encargada de escribir estas líneas. Una auténtica oda a la pasión que mueve este deporte y un ejemplo de constante revolución de la mejor competición escolar de Europa. El resultado, con una manada de lobos hambrientos, fue la victoria del equipo.

Y el resultado, un siempre vibrante duelo que acabó 61-51 para el equipo anfitrión, tuvo de todo. Desde un comienzo lleno de coraje de los visitantes, repletos de confianza por la emoción en sus carnes de haber superado por fin la segunda ronda maldita, con unos ocho primeros minutos absolutamente sensacionales (18-18 tras empezar 4-10 el duelo). Al descomunal poderío interior de Gonzalo Sanz (21 puntos y 15 rebotes al final) le siguió un buen estreno desde el triple de Maximilian Letón (dos lanzamientos desde el 6,75 consecutivos) para impulsar un inicio de partido que obligaba a Jaime Gómez-Sellés a parar pronto el reloj y Escolapios a ser consciente de que si quería seguir superando rondas iba a tener que sudar de lo lindo.

Los anfitriones aprendieron la lección, y se pusieron manos a la obra. No en vano, hablamos del actual subcampeón del torneo en Madrid y que vuelve a contar con muchas opciones de alcanzar las rondas finales estando ya entre los ocho mejores colegios de la capital de España. Lo hizo ante un ambiente impresionante (literalmente, no se oía nada en Escolapios) y con un actor principal que se puso la capa de superhéroe en octavos de final.

Hablamos de Pablo Ardila. Sus 28 puntos en 30 minutos, y su constante martilleo anotador primero sujetó a su escuela en el marcador cuando tocaba sufrir, y después lideró el despegue al final del segundo período y en la continuación del tercer cuarto. Entre medias, emoción, desparpajo, celebraciones, carácter ganador por ambos bandos... y una estrella en el intermedio llamada Paula Becker.

Las palabras de Pedro Bonofiglio lo dejan claro: si en vez del campo de Escolapios hubiéramos estado en el Wizink Center, el campo directamente se hubiera ''caído''. Si los lobos cantaron la mejor canción del choque, la joven interpretó llevó a cabo una actuación memorable con su melodía. Su dulce voz impresionó a todos los presentes e hizo muy disfrutona la espera del comienzo de una segunda mitad que ya arrancábamos con la boca abierta.

Fue lo que hicieron ambos equipos, que no dejaron de batallar durante los segundos 16 minutos, eso sí, siempre con el dominio local en el electrónico. Escolapios lo tenía claro: tenía más profundidad de banquillo y tenía que llevar el duelo a un ritmo alto para que las principales estrellas de SEK acabaran fundidas. Lo consiguieron, y fueron notables sus aportaciones para desnivelar un duelo realmente espectacular el que se vivió en Pozuelo de Alarcón.

Eso sí, SEK nunca dio por concedida la derrota y jamás bajó a la lona, lo que habla con absoluta firmeza a lo grande de un equipo y un colegio que sigue creciendo tras hacer historia este 2020 llegando por primera vez a los octavos de final. Escolapios tiene su cita con la historia de una manera diferente. Sólo el estandarte parece valerle a una generación que vuelve a contar en los pronósticos de la Copa Colegial. Ahora, Valencia espera si ganas Madrid. De momento, su camino no puede ser de nuevo más productivo.