Ramiro de Maeztu exhibió rápido sus armas, la exuberancia física y el acierto de cara a sus aros. Con las ideas muy claras, marcaron el ritmo del partido desde el primer minuto. Un ritmo inalcanzable para un GSD Moratalaz que, aunque asumía buenos tiros liberados, se mostraba impreciso, como manifestaba el 10-2 tras cuatro minutos de juego.

La realidad es que, con el paso de los minutos, GSD Moratalaz estaba cada vez más lejos. Y es que a Ramiro le salía todo. Ni la zona de espacios 2-3 daba soluciones a los visitantes, que no controlaban aspectos fundamentales del juego como el rebote. El 26-2 al final del primer cuarto ejemplificaba la superioridad de los locales.

Pelayo Barcala estaba dando un recital ofensivo sobre el parquet del mítico Magariños. El derroche de explosividad, fuerza y talento era determinante para que Ramiro de Maeztu siguiese aumentando la ventaja. Y aunque GSD Moratalaz salió más calmado y con las ideas más claras, el 34-9 a cuatro minutos del descanso parecía una losa insalvable.

De tres en tres, Gredos abusaba del lanzamiento exterior, auspiciado por la dureza en la protección de la zona de Ramiro de Maeztu. Sólo Javier Alberich y Lucas Fermoso aparecían para darle un par de zarpazos a un marcador que se quedaba fijo en el 41-15 con los locales castigan cada error de las cabras.

GSD MORATALAZ LO INTENTÓ HASTA EL FINAL

Tenía mucho que corregir Javier Fermoso en su equipo en la segunda mitad. Y, de primeras, lo que ofreció GSD Moratalaz fue una versión más generosa en el esfuerzo defensivo y en la agresividad de la defensa del 1vs1. Una mejora que no se tradujo en el otro lado de la pista.

Puro corazón, Gredos consiguió alocar el partido, consiguiendo así competir directamente con Ramiro de Maeztu. Desde la defensa de Pablo Toribio y Manuel Mur, el rebote de David Rozalén o la intensidad de Mateo Mialdea, la fuerza dominante de Pelayo Barcala quedó diluida. Si no fuese por un colosal Gonzalo Delgado, dominador en ambos lados de la pista por su solidez en el rebote y en la faceta de debajo del aro, la película hubiese sido muy diferente al 50-25 con el que finalizó el tercer cuarto.

Ocho minutos tenía GSD Moratalaz para desquitarse. Y, si no era por los destellos al juego interior de Javier Alberich, por otro lado no pasaban las vías de remontada. Ramiro supo cerrar el partido y, a falta de cuatro minutos, estaba todo el pescado vendido con el 65-34.

Gran partido ofensivo que cayó del lado del Ramiro de Maeztu con un definitivo 74-42 que sirve para meter miedo a sus rivales en esta Copa Colegial.