El cielo de Sevilla estaba salpicado de nubes negras. Como refugio para la tormenta se eligió el colegio Maristas, que habría también de convertirse en arena de batalla entre dos feroces contendientes. Las jugadoras de Safa Reyes se medían con las de Compañía de María. Ni el mal tiempo ni la tempestad, iban a arruinar estas semifinales de la Copa Colegial. El baloncesto se impuso. El espectáculo estaba servido.

Y así fue. Aún con la presión del momento, ambos equipos no se sometieron a los nervios. A pesar de los tronadores gritos y ánimos de los banquillos y las gradas, las chicas comenzaron jugando con calma. Asegurando cada pase y sin arriesgar ningún balón, la igualdad se puso en el primer cuarto. Destacó por mérito propio Pilar Ruíz, que sería la MVP del partido, al dominar el ataque de Compañía y sumar para las suyas  tres canastas consecutivas. Gracias a ella, Compañía comenzó ya a despegar el marcador, lo que sería una constante durante todo el partido. 6-10 al finalizar el primer cuarto, pero aún nada decidido.

Al acabar el encuentro, la misma Pilar Ruíz admitiría que la defensa fue clave para la victoria. Y fue en el segundo cuarto cuando la maquinaria de Compañía comenzó a funcionar. La presión a todo campo asfixió la subida de balón de Safa Reyes, pero aún no dio sus frutos. Porque las de Safa aprendieron rápido a sortear la red defensiva y, con más acierto y puntería que sus rivales, ganaron el tanteo de este cuarto. Con esta tesitura, el partido se convirtió en una intensa carrera de fondo, con pocos puntos, pero atestada de trepidantes luchas por el balón. Las faltas cayeron para ambos equipos, y los tiros libres se convirtieron en pequeñas y necesarias treguas para tomar aire. Con todo, el luminoso quedó para el descanso con un aún apretado 13-15.

Dos cosas cambiaron con la entrada del tercer cuarto. Por un lado Compañía de María afianzó su sistema de ataque, y ordenó su táctica. Con pases seguros y continuaciones a través de la zona, las de azul comenzaron su despegue. Por otro, surgió la resistencia de Safa, abanderada por una indomable Victoria Rivera, MVP de su equipo. La capitana se convirtió en auténtica guerrera para las suyas, y se sobrepuso a los acosos de la defensa de Compañía, cada vez más sólida y estructurada. Pero no fue suficiente. Al final, a las puertas del último cuarto, el marcador ya reflejaba la diferencia insalvable de 13-22. Compañía rozaba la gran final con la punta de los dedos.

La intensidad no disminuyó en la recta final de esta encarnizada batalla. Aún con una diferencia cada vez más evidente, Safa peleó con uñas y dientes cada balón, de nuevo gracias a la inagotable energía de Victoria Rivera. Pero la falta de imaginación en los ataques de Safa, y los calculados robos de balón por parte de la siempre inexpugnable defensa de Compañía, dejaron el partido sentenciado nada más comenzar el cuarto. Ni la avalancha de faltas que cayó sobre las jugadoras de Compañía paró el ariete en el que se había convertido la ofensiva de las de azul. Tiro libre a tiro libre, punto a punto, la gran final y el codiciado estandarte se visibilizaron en las mentes de todas las jugadoras de Compañía.

El sueño se hizo realidad cuando el árbitro pitó el final del partido, mientras allá fuera la lluvia por fin cesaba. 21-35 en el marcador. En el horizonte ya no había nubes negras, sino una brillante esperanza de alzarse victoriosa en la inminente gran final.