Que el laberinto de Minotauros San Valero es una cancha donde resulta muy difícil vencer, por sus dimensiones y la cercanía del público, es un hecho. Que su equipo es la revelación de esta Copa Colegial es otro. El tercer y definitivo hecho es que Tigres Miguel Catalán demuestran cada partido que son unos de los grandes favoritos para lograr el Estandarte y viajar a la Final a nueve de Valencia. Ayer fueron capaces de apresar en su propio laberinto a unos Minotauros que no les pusieron las cosas nada fáciles.

Tal vez quien solamente lea el marcador final de este partido pueda suponer que los Tigres vencieron holgadamente a sus rivales. Nada más lejos de la realidad si ahondamos un poco más en lo que sucedió a lo largo de los 32 minutos de partido. De inicio, pese a que fue Guillermo Beltrán el encargado de estrenar las redes visitantes, la presión pudo a San Valero, que se precipitaba demasiado en su juego tratando de parar el poderoso juego interior de los Velar, Piornos o Ibáñez. Demasiados centímetros para que los Minotauros discutiesen en la zona el partido. De ahí que en los primeros ocho minutos, los chicos entrenados por Guillermo Alconchel pusieran tierra de por medio acabando el cuarto con nueve puntos de ventaja.

Las cosas no mejoraron en el segundo cuarto para los locales que, pese al ánimo de su público, veían como era imposible acercarse en el luminoso. Lo cierto es que los rojillos tampoco conseguían una renta suficiente como para pasar con tranquilidad el resto del partido y la diferencia siempre rondaba en torno a los diez puntos. Solamente dos canastas de Eduardo Ibáñez en una fase final del cuarto donde costaba anotar a ambos conjuntos aumentaban las distancias a los trece puntos con los que se llegaba al descanso.

IES Miguel Catalán salen arrollando a sus rivales tras el paso por el vestuario. Los chicos de Rubén Suescun no encuentran la forma de parar las acometidas ofensivas de unos Tigres que muerden tanto bajo el aro como en el lanzamiento exterior. Para colmo, sus contras se vuelven erráticas y precipitadas, con lo que las cosas tampoco funcionan en ataque. Con un Carlos Velar y Eduardo Ibáñez sumando sus mejores minutos, la distancia llega hasta los 21 puntos, que parecen dejar todo decidido.

Las cosas no pueden ir peor para los Minotauros pero, cuando el partido ya toca a su fin, desaparece la presión que les ha encogido las muñecas en muchas fases del encuentro y comienzan a jugar como saben, haciendo daño a los Tigres metiendo mucha velocidad al juego. Es el momento en el que entran en acción Carlos Roche y Mario Gómez, muy inspirados en estos minutos finales, para hacer soñar a San Valero. Sin embargo, desperdician varias oportunidades para acercarse y bajar la diferencia de los diez puntos y, solamente cinco puntos consecutivos en los últimos 25 segundos hacen que el resultado quede fijado en una diferencia de 14 puntos que hace más justicia a los méritos locales que los 21 con los que terminaban el tercer cuarto. 

Los Minotauros abandonan la Copa Colegial con la cabeza muy alta, habiendo causado muy buenas sensaciones y pensando si tal vez las cosas podían haber sido diferentes si hubieran tenido mayor acierto en el tiro. Los Tigres Miguel Catalán siguen adelante tratando de volver a la Gran Final como en 2019 y tratar de asaltar el Estandarte, pero tendrán que tener mucho cuidado con sus rivales como ya les ha avisado San Valero en un gran partido.