Los Minotauros se hacen fuertes en su laberinto y no permiten que Leones Marianistas les sorprendan y se lleven el triunfo. Dos estilos de baloncesto muy diferentes se daban cita en el pabellón del Centro San Valero: unos Leones más académicos, acostumbrados a jugar como equipo habitualmente, y unos Minotauros haciendo basket de potrero, de chispazos en busca de la espectacularidad, de jugones que no suelen jugar juntos más que en el patio en las horas de recreo. Su madurez frente a la juventud de Marianistas. Y la tarde nos hizo disfrutar.

Marianistas debutaba en la competición este año con un equipo que en poco se parecía al que jugó hace 365 días la última Copa Colegial. Juventud, ganas e ilusión en sus filas, pero lo que es positivo en algunos momentos, les pesó en otros. Porque los Minotauros sabían bien donde tienen sus puntos fuertes y cómo deben atacar a sus rivales. Que les pregunten a los chicos de Silos a quienes vencieron en la ronda previa. 

El partido comenzó igualado, siempre con los locales por delante en el marcador pero con una diferencia apenas reseñable. Mientras Guillermo Beltrán ya destacaba en los primeros minutos por San Valero, los Leones ofrecían una imagen coral, de equipo en el que todos suman y nadie destaca por encima del resto. Con un escaso 12-7 se llegaba al final del primer cuarto, en el que era imposible hacerse una idea de hacia dónde iba a inclinarse la balanza.

Los segundos ocho minutos tendrían una historia muy parecida a los iniciales. Los Minotauros controlaban el partido, pero no consiguían despegarse de sus rivales quienes, sin embargo y aunque lo intentaban, tampoco lograban ponerse por delante en ningún momento. Con muchos errores en el tiro y pérdidas de balón causadas por la precipitación en las acciones de ambos equipos, se llagaba al descanso con una baja anotación, 24-16 y todo por derimir en la segunda mitad.

Una canasta de Álvaro Arregui ponía inicio al tercer cuarto pero, en vez de espolear a los suyos para igualar la contienda, tiene el efecto contrario: los Minotauros sacaban su magia y ponían tierra de por medio con dos triples consecutivos de Mario Gómez y Pablo Contamina. Con un ya preocupante -12 en el tanteador, Luis Oria solicitaba un tiempo muerto para cortar la avalancha local, cosa que conseguía gracias a la mayor fluidez del juego de ataque en estos minutos y un inspiradísimo Juan Burgues. Las diferencias se reducían y permitían a los Leones pensar en dar el mordisco letal en el último cuarto.

Marianistas salía, en efecto, mordiendo a los Minotauros, que no encontraban la formar de pararles en defensa. Un triple de Arregui, a 4:50 del final, dejaba el marcador con un 37-34 que consituía la menor diferencia desde el inicio del partido. Tiempo muerto de San Valero para intentar reparar las vías de agua a 3:21... y vaya si acertaban los entrenadores de ambos conjuntos con cada tiempo muerto. Si a los Leones les había funcionado cuando más lo necesitaban en el anterior cuarto, este suponía un punto de inflexión para los de casa. Un parcial de 11-0 de ahí al final, en unos últimos minutos en los que los visitantes desaparecían de forma incomprensible de la pista y eran barridos por los Minotauros, que acababan ganando por 18 puntos de ventaja, una renta que no reflejaba lo acontecido en el partido y sí los infernales últimos tres minutos para Marianistas.

Mientras los Leones eran apeados en una ronda en la que siempre suelen ser favoritos en la Copa Colegial, los Minotauros demuestraban su casta, sus ganas de victoria y un potencial que, por el momento, no sabemos dónde tiene su límite. En cuartos de final, el rival será de órdago: los subcampeones de 2019, Tigres IES Miguel Catalán, una importantísima piedra de toque para unos debutantes que están causando sensación.