El derbi de Badalona nos regala un partidazo que dignifica una vez más la Copa Colegial. Encomiable actitud de Champagnat, que a punto estuvo de dar la campanada

Música y buen ambiente, como siempre, en La Plana de Badalona. Igual que en la edición anterior, el pabellón de la escuela Maristes Champagnat era el encargado de albergar uno de los duelos más eléctricos de cuartos de final. Maristes y Badalonès medían sus fuerzas en el último duelo antes de las semifinales. El derbi estaba servido.

“Parlem, parlem”, les decían ambos entrenadores a sus respectivas escuadras ya con el partido en juego. Y es que en este tipo de partidos es especialmente importante la comunicación. Solo un buen entendimiento a la hora de hablar los unos con los otros les permite a los jugadores aprovechar las situaciones de ventaja y evitar algunas situaciones de riesgo. Y precisamente la comunicación fue una de las claves en este periodo. Olivier Jerome era uno de los nombres propios en estos primeros instantes. A falta de la altura de “Superman” Vinicius, más que necesarios eran los centímetros de más de Jerome, que servían para capturar rebotes tanto en una canasta como en otra, además de adelantar a Badalonès a las primeras de cambio (3-6, min 4). Tras un inusual tiempo muerto cuando tan solo habían pasado cuatro minutos, Champagnat movía ficha en el banquillo. Marc Navarro y Adrià Brassó daban sus primeros pasos en el parqué y Maristes subía el nivel con un canastón pata negra de Pol Canillas. Los Dimonis de Badalona imprimían más ritmo en los contraataques y lograban mover el balón al doble de velocidad de lo que hacía Badalonès. Sin embargo, nuevamente la garra de Canillas mantenía la competitividad en el duelo con una fácil canasta bajo aro que ponía por delante a los locales en el marcador antes que un gran Jerome volviera a anotar con su magnífica muñeca para cerrar el cuarto uno arriba (7-8).

Con la misma intensidad que el primer acto empezaba el segundo. Un vibrante Badalonès seguía dependiendo de Jerome, que causaba estragos en las filas de Maristes un ataque tras otro, mientras que un no-look pass de Arnau León acababa en encesto de Pol Díaz para alegría de los visitantes. Con 8 a 16 en el tanteo global, Canillas al rescate. Un triple del alero del 2002 ponía de nuevo a Maristes en la pelea (13-18, min 12). Los de rosa y negro no se despegaban aún, pero Badalonès seguía apretando las tuercas y cada vez estreñía más la soga, por lo que una canasta de Jan Pérez ponía en evidencia las dificultades de Champagnat Maristes para seguir el ritmo a los Dimonis. Los de rojo estaban dominando a placer en este cuarto y esto se notaba en sus ánimos. Un tiempo muerto de Javier Espinosa intentaba poner remedio al flojo momento de forma que estaban atravesando los suyos, pero Champagnat terminaba la primera parte ocho abajo (19-27).

En la segunda parte reinaría la emoción y el espectáculo. Tras unos buenos primeros 16 minutos, ahora Champagnat quería dejar las cosas claras: no estaban aquí de pachanga. Habían venido a disputarle el partido a Badalonès. Sabiendo que los Dimonis eran los favoritos –por su historial en la competición y por el nivel de sus jugadores-, Maristes Champagnat dejaría patente en los siguientes instantes que iba a por todas. Una canasta de Pol Canillas para abrir boca ya dilucidaba un poco lo que sería este cuarto. Y es que Canillas, que se enfilaba a los 13 puntos, estaba on fire, pero además estaba hambriento y quería más y más. Parecía que el efecto Canillas contagiaba a sus compañeros, que cada vez estaban más enchufados y dejaban los complejos aparte para mostrar el gran nivel de juego que tienen y que no exhibieron en el anterior partido de octavos de final contra la escuela Aula cuando fueron derrotados sorprendentemente. Con un espléndido Ferran Samit en los mandos, con la eficiencia desde cualquier zona de la cancha de Gerard Gómez y con la deliciosa efectividad desde la línea de 4’65 de Canillas, Maristes cada vez estaba más cerca de Badalonès. Los visitantes le empezaban a ver las orejas al lobo mientras algunos de sus jugadores como Marcel Climent o Marc Ricou empezaban a cargarse de personales, pero ahí estaba Olivier Jerome, el de siempre, para sacar las castañas del fuego y tomar un poco de aire aun y perder el parcial por 16 a 13.

Con 35 a 40 para Badalonès, se abría el melón del último asalto. Con una sensación de igualdad tremenda, el rebote era uno de los campos de batalla para ambos escuadrones. Tanto Champagnat como Badalonès sabían que el control de las capturas en la pintura era clave en este tramo final. Y desde allí ambos equipos construyeron sus ataques. Cubriendo bien el rebote (el partido por las capturas lo ganó Badalonès por un ajustado 31 a 34), los equipos organizaban el juego, que cada vez daba la sensación de ser más vertical. Gerard Gómez (Maristes) y Pol Díaz (Badalonès) lideraban los vendavales ofensivos, por lo que el marcador se seguía manteniendo con una ligera ventaja para Badalonès, que de momento tenía el partido por la mano. Pero a falta de menos de tres minutos, un traspié de juegalotodo Jerome y compañía colocaba a Maristes a tan solo un punto de la remontada. Un triple de Nicolás Martínez había puesto en bandeja el vuelco al partido, pero Maristes no lo sabría aprovechar en los siguientes instantes. Marcel Climent y Marc Ricou se encargarían entonces de evitar la sorpresa y dejar las cosas claras desde la línea de tiro libre para cerrar un complicado partido por 48 a 56 y clasificarse para semis.

En Badalona sigue mandando Badalonès.

Olivier Jerome (Badalonès) y Pol Canillas (Maristes Champagnat) fueron elegidos MVP’s del encuentro.